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domingo, 28 de julio de 2013

Capítulo 33

   - ¿Qué haces aquí?- le pregunté muy enfadada. Pasó de mi durante meses y luego pretendía venir a mi casa como si nada.
   - Tenemos que hablar.-Contestó él muy seguro, pero a la vez nervioso por lo que tenía que decir. ¿De qué se podía tratar? Tenía que ser importante, porque luego de todo lo que paso, simplemente el hecho de que se dignara a pasar por mi casa, era todo un mérito. Ojalá yo hubiera tenido él valor de ir a su casa para pedirle disculpas, pero una cosa de la que estaba segura, era de que tenía demasiado ego para dar el primer paso, por una vez que me perdonaba había bastante.
   - Hablar, ¿de qué?- le dije con indiferencia, quería que pareciera que lo que él me tenía que decir me daba igual.
   - Siento lo del vídeo, no era mi intención. Me cabreé y estaba celoso- Sus palabras parecían sinceras, pero me había hecho mucho daño. Sí, yo admito que le pude poner los cuernos, pero él me dejó en ridículo delante de todo el pueblo y delante del instituto. Él hizo que yo fuera el centro de los chismes por un tiempo, hizo que me llamaran desde zorra hasta puta, hizo que Álvaro se metiera en peleas por mi culpa. Él hizo y hizo.
  - Eso no me sirve, no me dejaste explicarme. No sabes la cantidad de noches que me las he pasado llorando. Me encerraba en mi habitación y me tiraba allí horas, pensando porque hice eso como Álvaro, pero por mucho que lo pensaba no me salia una respuesta, solo podía pensar que fui tonta. Que perdí lo que más quería, hasta que un día estando harta de toda la mierda que me rodeaba, decidí pasar de todo. Te dije adiós y es lo que estaba haciendo, de momento me ha ido muy bien hasta que has aparecido.
   - Lo siento, pero no fui yo quien se acostó con otro.
   - Yo también lo sentí en su momento, pero ahora me alegro - intenté decir sin que se notaran mis ganas de llorar - así, si no tienes nada más que decir, te puedes ir.
  - Es lo que voy a hacer.- Dijo muy serio, pero él seguía ahí, delante de mi casa. Pasaban los segundos eternos y pensaba que no se iba a terminar nunca hasta que dijo:
   - Me vuelvo a Toledo. Pensaba que me quedaría todo el curso aquí para pasarlo contigo, pero ya veo que eso no va a ser posible, así que he hablado con mis padres y van a matricularme allí. Me voy mañana por la mañana, pasaba a despedirme. Tenía que hacerlo, sino no me quedaba tranquilo.- Después de decirme eso se quedó más aliviado, pero sus palabras, no me daban toda la seguridad que necesitaba, una parte de mi me decía que había venido a mi casa a propósito para que me sintiera culpable. 
  - Hubiera preferido no saberlo, por favor te puedes ir.- Le cerré la puerta en la cara y me fui corriendo hacia mi habitación, me tumbé en la cama y empecé a llorar. ¿ Por qué cuando todo parecía irme bien, de repente había algo que lo cagaba todo? Quería levantarme de la cama y ir tras él, convencerle de que se quedara, pero mis piernas no respondían. Pasaban las horas y yo me torturaba cada vez más, no podía dejar de ver sus fotos y de pensar en que hubiera pasado si no me hubiera acostado con Álvaro o simplemente, si no hubiera intentado quedar con los dos. Pensaba que quedaría igual de bien que en las películas y estaba muy frustrada, el estar mal con él me hizo hacer esas tonterías con Álvaro. Él cogía el tren a las nueve de la mañana, tenía que hacer algo. Definitivamente no estaba dispuesta a dejarlo marchar.

Capítulo 32

- Me he estado fijando en ti y me gustas- le dije con toda la naturalidad que pude. Simplemente rezaba para no estar roja como un tomate.
Silencio incómodo.
-¿No vas a hablar? Si no te gusto, solo dímelo, no me voy a cabrear.
- No es eso. Es que me has cogido de imprevisto.
Me acerqué lentamente a él y susurrándole al oído le dije:
- Quiero besarte
Poco a poco se acercó a mi y puso sus labios sobre los mios. Me perdí en el apasionado beso, cuando alguien intentó abrir la puerta del aseo. El dijo en su perfecto francés.
- Est occupé. 
Salió del baño asegurándose, de que nadie pudiera verme, mientras se llevaba con él a la persona que quería entrar. Rápidamente salí y me dirigí al baño de las chicas. Me quedé sentada y me puse a pensar si eso era lo que quería. ¿Estaba preparada para tener algo con él, si sabía que luego se iba a ir de mi vida, por la distancia? No, no estaba preparada. De repente noté como algo caía por mis mejillas. Estaba llorando. Ultimamente me afectaba todo, no me hablaba tanto con Álvaro, había tenido serios problemas con Pablo, me había distanciado de mis amigas, me portaba fatal en casa. Al menos puede mantener mis notas estables. Me sequé las lágrimas y salí del baño, no tenía que amargarme las vacaciones para nada, era hora de disfrutar un poco. Me lo merecía. Cuando salí, me puse a bailar con todos mientras miraba de reojo a mi príncipe azul. 
Poco a poco, la gente se iba yendo para casa y cada vez era más tarde. Nosotros no tardamos mucho en irnos, eran las 4:30 de la mañana y no me quería ir. Quería aprovechar lo máximo con ellos, pero no podía hacer nada, allí no mandaba yo. Cuando llegamos a casa, me puse el pijama y me fui directa a la cama, me quedé frita en un par de minutos, y no recuerdo haber soñado nada. Me levanté a las 8:30, y para haber dormido cuatro horas, me sentía como si hubiera dormido toda la noche. Aquel era mi último día allí y fui muy tonta de no haberles pedido Facebook. Pero lo hecho, hecho está. Preparamos todas las cosas y fuimos hacia el aeropuerto, allí me quedaban horas de espera como siempre. En el vuelo me quedé dormida y cuando me di cuenta, ya estábamos en Valencia. Estaba muy cansada, como para ir ese día a clase, ya que había vuelto en martes, ya iría al día siguiente. Me moría de ganas de ver a mis amigas y poder enseñarles, los pequeños regalos que les traje, solo esperaba que les gustara. 
Unas horas más tarde, tenía una visita inesperada

lunes, 15 de julio de 2013

Capítulo 31

Estuvimos dos días preparándolo todo para una fiesta que teníamos el sábado. Estaba muy nerviosa, ya que no conocía nadie, pero eso era bueno para mí, ya que podía practicar mi penoso francés. 
Cuando me levanté por la mañana, me puse una falda vaquera, una camisa blanca de tres cuartos, con la espalda destapada y unas bailarinas a conjunto con la falda. Desayuné con mi madre y con la dueña de la casa. Me encantaba esa gente, si conocernos de nada, nos dejaron quedarnos en su casa, simplemente por el hecho de conocer a su hermana. Eran todos muy simpáticos. Después de desayunar, fuimos a la estación de tren para irnos a París. Mi madre y yo solas en París, eso lo veía un peligro. Lo primero que hicimos fue subir a la Torre Eiffel. Subimos a pie y fue la cosa más loca de mi vida. Nunca había visto tantos escalones pero el sufrimiento valió la pena, por tener delante una ciudad maravillosa.


El resto del día lo pasamos por allí, subimos a un barco para ir por el río Sena, fuimos de compras. Todo estuvo super bien, pero lo que de verdad importaba era la noche. Cuando llegamos a casa, yo estaba muy cansada. Pero todo me daba igual, yo había ido a Francia para esa noche. 
Entre en la ducha, sumergida en un mar de pensamientos, aquel era mi momento favorito. Después de ducharme, me sequé el pelo y me lo planché. Antes de vestirme esperé a que los demás terminaran de ducharse, ya que no quería esta demasiado tiempo con el vestido. Era negro, de palabra de honor, y lo llevaba con unos zapatos de tacón dorados. Teníamos un camino de treinta o cuarenta minutos antes de llegar al sitio donde se celebraba la fiesta y mis pies ya me mataban. Des de lejos, puede ver a gente llegando con los coches y estaba nerviosa. No conocía practicamente a nadie, mi francés era pésimo y no sabía andar con los tacones. Tenía el pleno. 
Una vez entramos, empezamos con las presentaciones. Era todo el rato lo mismo. Hola, hola, el nombre y dos besos. Así una vez detrás de otra, una vez detrás de otra. Después de estar saludando a gente bastante mayor, saludé por fin auna chica, que tendría más o menos mi edad. Me dijo que si me quería ir con ella y así fue. Empezó a presentarme a sus amigos, pero cuando fui a saludar a uno de ellos, en un instante pude ver mi príncipe azul. No sabía como se llamaba, no sabía la edad que tenía pero ese tenía que ser mi chico, mi príncipe. Y no iba a parar hasta aconseguirlo. Estuvimos toda la noche hablando, riendo y mi príncipe azul, hablaba castellano. Cuando me dijo eso me vine arriba. No iba a tener problemas con el idioma con él. Después de un rato, el tema de conversación empecé a ser yo. 
- Hola!- dijo uno intentando hablar lo mejor posible el español, pero el acento francés se le iba por todos los lados
- Hola
- ¿Cómo te llamas?
- Carol
- ¿Y cuántos años tienes?
- 16
- ¿De dónde eres?
- De Castellón
- Ah,¿si?, nosotros somos de Vinaros, mi madre es de allí. - Cuando me dijo eso me vine arriba. Mi príncipe, era guapo, hablaba español y veraneaba cerca de mi. Todo me gustaba, menos las preguntas. No paraban de preguntar, una pregunta detrás de otra. No cesaban. Después de estar un rato hablando, llegó la hora de cenar. En la cena, me quedé sentada a la parte de los chicos, pero me daba igual. Yo me llevaba bien con todo el mundo. Estuvimos un rato hablando y luego a bailar. Bailábamos todos juntos, hasta que el hermano de mi príncipe, me cogió para bailar con él. Él debía tener 2 o 3 años más que yo pero me daba igual. Me quité los tacones y empecé a bailar con él. Eso parecía perreo apto para todas las edades, pero estaba muy bien. Al largo de la noche, me di cuenta que yo le interesaba al hermano, no a mi príncipe pero me daba igual, tenía que ser valiente. Lo cogí y le dije que quería hablar con él. Me lo llevé al baño y cerré la puerta con pestillo. 

martes, 9 de julio de 2013

Capítulo 30

Pasó mucho tiempo hasta que supe algo de Pablo. Todo aquel tiempo fue el peor de mi vida. Tenía que aguantar los comentarios de las marujas, los apodos y los rumores que se iban inventando sobre mi. Las clases de matemáticas cuando estaba sentada con él se me hacían eternas. Me era muy difícil estar sentada sin poder hacer nada para remediar todo lo ocurrido, sin poder pedirle perdón y sin escuchar un perdón por parte de él. Por otra parte estaba el tema Álvaro, por mi culpa ya no tenía tantos amigos. Nosotros nos seguíamos hablando por noté un poco de distancia. El único apoyo que tuve fue el de mis amigas. Toda mi vida durante el primer trimestre fue una mierda y por suerte mis padres no sabían nada de todo lo ocurrido. Llegaron las navidades, iba a hacer un viaje a París con mi madre, ya que una amiga de ella nos había invitado. No tenía muchas de hacerlo por todos los problemas, pero eso era lo mejor que me podía pasar ahora. Unos días fuera de un pueblo. Unos días en una ciudad hermosa, la ciudad del amor. 
Un día antes del viaje me despedí de mis amigas, que no había pasado casi nada de tiempo con ellas desde que tuve todos los problemas. 
- Chicas, que ganas tengo de ir. Ya os contaré como me ha ido todo. Espero que después del viaje podamos pasar más tiempo juntas. No he sido muy buena amiga y a parte me tenéis que poner al día con el asunto Eric y Iván. Que me parece muy fuerte todo lo que me contasteis.
- Yo también te echaré de menos- dijeron las dos a la vez.
Me despedí de ellas con un super abrazo y un super beso. Tampoco faltaron las lágrimas. Cuando me fui a casa, terminé de arreglar mi maleta, me duché, cené y me fui a dormir. A las 3:30 de la mañana tenía que salir hacia Valencia para coger un avión a las 7.
- Cariño, despierta. Ya estamos en el aeropuerto.- Me dijo mi madre con un tono muy dulce. Supongo que sabía lo mal que me sentaban a mi los despertares. Sinceramente dormí muy poco en el viaje. Después de estar esperando un buen rato en la cola y embarcar, subimos al avión. Yo me senté al lado de la ventana. Me encantaba estar allí. Me imaginaba en París, al lado de la Torre Eiffel. Eso siempre había sido mi sueño. Cuando pensábamos que ya estábamos a punto de salir, oímos hablar al piloto.
- Queridos pasajeros, les informamos de que vamos a tardar media hora en salir. Nos han anunciado que hay tráfico aéreo.- Eso me sonó de lo más extraño. ¿Cómo podía haber tráfico aéreo? Bueno, supongo que no debía de preocuparme mucho. 
Después de esperar, por fin despegábamos. Dos horas después estábamos en París.
El día que llegamos, fue tranquilo, hicimos una visita rápida en coche, ya que estábamos muy cansadas. Después de hacer la visita y pasar el día a la ciudad. Nos fuimos a un pueblo que no estaba muy lejos de París, llamado Franconville. Visitamos el pueblo, y luego fuimos a dormir. El siguiente día iba a ser intenso.

jueves, 4 de julio de 2013

Capítulo 29

Cuando lo vi me quedé de piedra, no sabía como podía ser tan cretino de hacerme eso, después de todo lo que pasamos juntos. Estaba muy dolida y sinceramente, eso me preocupaba más que pensar que podía decir la gente de sobre mí.
- ¿Cómo has podido salir con ese gilipollas?- preguntó Álvaro.
- Porqué le quería y punto, y aunque me duela, le voy a seguir queriendo. No me puedo olvidar de una persona así como así, del día  a la mañana.
- ¿ Y no vas a hacer nada con lo que ha enviado por ahí?- preguntó muy confuso. No sabía que hacer. ¿ Qué se hace cuando un novio envía por ahí un documento con un título LAS APARIENCIAS ENGAÑAN, AQUÍ TENÉIS UN EJEMPLO DE UNA GRAN PUTA? No sabía que hacer al respecto, ya que si había pasado algo era todo culpa mía. Era yo la que había jugado con dos.
- No te preocupes, que ahora mismo hago que lo que ese gilipollas ha enviado desaparezca.
- Gracias por tu preocupación, pero antes de hacer nada quiero ver lo que ha pasado.
- ¿ Estás segura?- preguntó indeciso.
- Sí.
Le dio play al vídeo. Empezó a sonar la canción de porta las niñas son unas guarras. Miré atentamente el vídeo. Eran unas fotos mías diciendo que era una guarra y contaba lo que había estado haciendo. Todo aquello me supero.
- Lo siento- dijo Álvaro
- No lo sientas, la que lo tiene que sentir soy yo, has visto en que lío te he metido.
- Eso es lo que menos me preocupa, me preocupa que ahora dejen de tratarte como realmente tú eres para tratarte como ese gilipollas quiere que te traten.
- Tus palabras me ayudan, no sé porque no le dejé cuando aún tenía tiempo. Me he enamorado de un gilipollas. Madrileño tenía que ser. No sé porque no me he podido enamorar de ti antes, creo que mi vida habría cambiado mucho.- Le dije sin pensar. Después de un rato, me di cuenta de lo que le acababa de decir. Realmente yo era estúpida, no solo le pongo en problemas, si no que le digo que porque no me he enamorado de él. Estaba segura de que no iba a tardar en pensar que yo era un puta.
- Eso último que me has dicho, en el fondo me ha gustado.- Dijo él muy sincero.
- Mi vida es una mierda. Solo faltaría que me quedara embarazada.
- Me estas vacilando ¿ no?, ¿dime que no lo estás?- preguntó él asustado.
- No, no lo estoy. Solo digo que si lo estuviera sería el fin de mi vida. ¿ Puedo hacerte una pregunta?
- Sí, claro dime.
- ¿Qué pasará entre nosotros ahora? ¿ Seguiremos siendo amigos, seremos folla-amigos o ya no nos hablaremos más?
- Seremos lo que tu quieras que seamos, pero a mí me gustaría ser algo más. Pero claro primero me gustaría llevarlo en secreto, no quiero perjudicarte más la vida. Todo esto a pasado por mí culpa.
No sabía que decir, me quedé de piedra. Él quería algo más.  ¿ Yo quería algo más? Era algo que no tenía claro. Simplemente me quedé a su lado sentada en silencio viendo pasar las horas. Y le agradecía aquello, no estaba yo para hablar con nadie.





martes, 2 de julio de 2013

Capítulo 28

No podía creer lo que me acababa de decir. Todo aquello me superaba mucho porque pensaba que podía salir bien. ¿ Por qué era tan desgraciada que todo lo que hacía me tenía que salir mal? Quería llorar, pero no podía llevaba demasiado tiempo aguantándome las ganas de llorar en público que ya ni me salían. 
- Por favor espera.- Corrí hacia él y le cogí del brazo.
- Paso de todo esto, era algo que ya me temía.
- No por favor no, no puedes hacerme esto.
- Que no puedo hacerte esto, eres tu la que va por ahí zorreando con otros cuando estas conmigo, eso te parece normal, porque si es así dímelo.- Dijo muy serio haciendo que soltara su brazo. No fui capaz de contestarle, simplemente le deje marchar. Me senté en el suelo, pensando que estaba sola cuando se me acercó alguien por detrás.
- Ha sido muy valiente por tu parte hacer eso, pero aún no entiendo porque te arrastras detrás de ese miserable después de todo lo que te ha dicho.- Dijo Álvaro intentando ser lo más amable y sincero conmigo, pero en ese momento quería estar sola y no podía escuchar a nadie.
- No es asunto tuyo, yo a él le quiero y que haya pasado todo esto es culpa mía. No he dejado de tener problemas con él desde el día en que me besaste en público, todo esto es culpa tuya. Me has jodido la vida, ahora ira contando por ahí que soy una guarra.
- Pues si va contando eso por ahí, no creo que merezca la pena estar con alguien como él. Tú te mereces algo mejor y yo te lo quiero dar, pero no quieres verlo. Te cierras en banda y no escuchas a los que tienes a tu alrededor, solo oyes lo que te dicen. Y para mí no eres una zorra ni una puta por acostarte con él y conmigo, porque si o has echo es porque lo has sentido y luego has tenido el valor de decirlo y de hacer todo esto para que se solucionara.
Sus palabras me ayudaron mucho, pero no estaba para eso. Solo me podía poner a la defensiva, él no entendía nada de lo que acababa de pasar.
- Tú no sabes nada. Acabo de arruinar mi vida.
- Si piensas eso es que no te valoras lo suficiente, y tú vales mucho.- Dijo con una sonrisa en la cara. No sabía ni porque me estaba portando así con él, cuando al menos tubo el valor de quedarse a mi lado y apoyarme no como Pablo. De repente un móvil sonó y no era el mio. Me quedé mirándolo fijamente mientras lo cogía y miraba o leía lo que le habían enviado. Cuando de repente pude ver como su rostro cambió bruscamente. Ya no era el de una persona que daba apoyo, sino de una que se había enterado de algo malo, pero muy malo.
- ¿ Qué pasa?- le pregunté preocupada
- Mira.
Giró lentamente el teléfono y me quedé de piedra cuando lo vi, aquello no podía estar pasando.