Busca lo que necesites AQUÍ:

martes, 19 de noviembre de 2013

Capítulo 37

Después de dos meses, la verdad es que las cosas entre nosotros dos fueron mejorando. Solo tuve la oportunidad intenté hablar con él sobre la carta. Era algo que me había tocando fondo, ya que me demostraba lo mucho que me quería y lo poco que le había demostrado yo. Sacar el tema fue difícil, pero tenía que hacerlo. Así que le eche valor y cuando menos se lo esperaba le pregunte:
 -Voy a ir directa al grano. Aunque no te haya dicho nada antes, he leído la carta.
 - Supuse que lo harías. Pero no me importa, para eso la escribí. Quería contarte lo que sentía por ti y ese era el mejor modo de hacerlo.- De repente se ruborizó y agacho la cabeza disimuladamente. Me encantaba cuando se ponía así. Así que no me lo pensé dos veces. Le levanté la cabeza, le di un cálido y apasionado beso y le susurré al oído: "Te quiero". 
Ese fue el Te quiero más sincero, que nunca saldría de mi boca. Esta vez estaba segura del todo, él era todo mi mundo y no iba a dejarlo escapar. Si él se iba yo también. 
 - Si alguna vez me pides que me vaya contigo a cualquier sitio, pídemelo. No dudare en decirte que sí.
 - De eso estoy seguro, pero de momento quiero que estés donde estás. A ver si luego viene tu madre y dice que te he secuestrado... Creo que no le caigo muy bien.
 - Pero que dices tonto, si le caes super bien. Nunca antes se había tomado tan bien a un novio mio. Vas en buen camino.
 - ¿Novios tuyos? ¿Cuantos has tenido?- dijo en un tono burlón. Mi intención, no era hacerlo cabrear, pero quería seguirle el rollo, picarlo un poco.
 - Puff... Ni me acuerdo, he tenido tantos en esta vida...
 - ¿Tantos? ¿Cuantos son esos?- empezó a preocuparse, se pensaba que lo decía enserio.
 - Ven aquí, que te lo digo- Le hice acercarse lo máximo a mi, para cuando lo tuve lo bastante cerca, lo empujé hacia tras, pero creo que le eche demasiada fuerza, porque se cayó al suelo. Pero además de ayudarlo, empecé a reírme y salí corriendo. Empecé a correr por todo su casa, el era más veloz pero yo tenía un poco de ventaja. Fui corriendo hacía el cuarto de aseo, pero me pillo antes de que pudiera cerrar la puerta. Me colgó de sus hombros, de la misma forma que se lleva a un saco de arena y me llevó hacia su habitación. Me tumbó a la cama y se aseguró de cerrar bien la puerta con pestillo. En la casa solo estábamos nosotros dos, pero más valía prevenir que nos pillaran, porque yo ya sabía por donde iba los tiros. 
Se puso suavemente encima de mi, sin dejarme mover. Por mucha fuerza que hiciera, el seguía impidiéndomelo y eso me gustaba y mucho. Cada vez me estaba poniendo más nerviosa, notaba como toda mi tripa se contraía y simplemente quería dejarme llevar y disfrutar del momento.
Me sujetó las manos con un pañuelo, para que no las moviera y me vendo los ojos. Eso lo hacía mucho más excitante, simplemente podía dejarme llevar y confiar en él. Principalmente eso, confiar.
Yo le dejé hacer. Primero empezó a besarme lentamente, mordiéndome el labio y haciendo que sintiera un mar de emociones. Bajó poco a poco por todo muy cuello, lamiéndolo y dejando marcas en mi piel. Luchaba para que no me hiciera chupetones, pero no me podía resistir. La camiseta, aún la llevaba puesta y noté como me la levantaba suavemente. Cuando ya la tuvo levantada, empezó a acariciarme los pechos poco a poco, estimulando mis pezones. Pero eso ya no hacía falta, ya que los tenía más que duros. De repente, noté como empezó a chuparme uno de ellos mientras me lo mordía. Arqueé levemente la espalda intentado controlar todo el placer que sentía y eso solo era el empezar. Bajo poco a poco por mi tripa y se detuvo en la pelvis, le dio un suave beso, volvió a mis labios, me besó y luego me susurró al oído:
"Preparada para disfrutar". Estaba tan nerviosa, que no puede articular ninguna palabra, simplemente asentí con la cabeza. Empezó a rozar su pene por mi vagina, aunque aún llevábamos los vaqueros puestos, podía notar su pene como iba creciendo cada vez más. Poco a poco me desabrochó el pantalón y me bajó las bragas. Me separó las piernas levemente. El contacto de sus manos con mis muslos, me hicieron cerrarlas por un acto reflejo, pero el me las volvió a separar y me dijo:
"Se buena, y déjame hacer, sino el castigo va a ser mucho peor". Me acarició levemente los muslos, subiendo cada vez más hacia mi santuario. Cuando llegó, con las manos separó los labios e introdujo su lengua dentro de mi. Empezó a dar círculos con ella y yo ya no podía más. Cada vez iba más rápido, hasta que la sacó y fue directamente a mis labios. Me besó sin dar más explicación y yo no se lo rechacé. 
De repente, se detuvo, me quitó la venda de los ojos, me soltó las manos y me miró fijamente a los ojos
 -¿Qué pasa?- le dije confundida
 - Nada, simplemente quería vengarme de tí, no deberías de haber hecho eso. Empujar a la gente, no es de buena educación. Y me tienes que decir cuantos novios has tenido.
- Eres un cabrón, pero tranquilo. Ya me voy a dar amor yo misma, luego no lo vayas reclamándolo y ahora no le lo voy a decir, así que te jodes.
Le besé en los labios, cogí mi chaqueta y me fui de su casa. Esperaba que no se lo hubiera tomado muy enserio, ya que yo lo había dicho de broma, menos lo de darme amor a mi misma. Era algo que nunca había hecho, pero ya era hora de experimentar.